En nuestra vida cotidiana usamos continuamente modismos o frases hechas que nos permiten describir muchas situaciones diferentes. Hoy vamos a aprender algunas relacionadas con el ámbito del descanso. Si te gusta dormir, si eres un dormilón o una dormilona 😉, prepárate para empezar a utilizar estas frases porque ¡son perfectas para ti!
DORMIR COMO UN LIRÓN
¿Alguna vez habéis visto a un lirón? Son muy similares a un ratón y se caracterizan por hibernar (dormir con temperaturas frías) aproximadamente unos 180 días al año. Por eso cuando decimos que alguien duerme como un lirón es que duerme muchísimo. Existen además otras expresiones que significan lo mismo: "dormir como una marmota", "dormir como las mantas" o "dormir como un oso".
DORMIR LA MONA
Esta expresión hace referencia a cuando una persona cae dormida después de tomarse unas copas. Existen varias teorías sobre su origen, pero la más aceptada es que proviene del mundo del circo, cuando los domadores daban alcohol a los monos para que actuaran con más energía.
DORMIR COMO UN TRONCO
La usamos cuando queremos decir que dormimos mucho, profundamente y durante un buen rato. El origen es curioso: se dice que una joven en edad de casarse, colocó un tronco en su cama, para que su padre, durante la noche no se diera cuenta de que no estaba. Mientras tanto, ella ya había huido con su amado. ¿Podéis imaginaros la cara que puso el padre cuando descubrió el engaño?
DORMIR A PIERNA SUELTA
Es una de las expresiones que más utilizamos cuando queremos decir que hemos dormido muy bien y, aunque parezca estar relacionada con la postura en la que dormimos, la verdad es que no tiene nada que ver. Tiene su origen en la época en la que los presos llevaban un grillete en los pies para que no pudieran huir de la cárcel. Entonces, cuando los presos tenían una buena conducta, les premiaban quitándoselos, permitiéndoles dormir totalmente liberados.
Ahora vamos a ver un par de expresiones que usamos cuando no podemos dormir.
ESTAR/PASAR TODA LA NOCHE EN VELA - PASARSE LA NOCHE EN BLANCO
El origen de esta expresión se remonta a una costumbre medieval que se solía llevar a cabo antes de nombrar a alguien caballero. Consistía en que el futuro caballero tenía que velar (vigilar) las armas la noche antes a su nombramiento. Para ello, vestía un traje o una túnica de color blanco como símbolo de pureza. Así surgieron estas dos expresiones.